Si tú o alguien que conoces vive con dolor, este artículo es para ti…
Para empezar, veamos juntos qué es el dolor.
El dolor se define como una «experiencia sensitiva y emocional desagradable asociada a una lesión de los tejidos, real o potencial” (Definición de dolor de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor desde 1978 y actualizada en el 2020, avalada por la Organización Mundial de la Salud)
Primero, detengámonos en la palabra EXPERIENCIA. Las experiencias llevan consigo la característica de que cada persona la vive de forma distinta, de acuerdo a la forma que aprendió. Por ejemplo, dos personas podrían vivir una situación muy similar (coincidir en la misma enfermedad, misma profesión, lugar de residencia, número de hijos, etc) y cada una contarnos una experiencia muy distinta, ninguna es mejor o peor que la otra, solo son diferentes. Es decir, el dolor desde su definición es subjetivo.
Continuemos… SENSITIVA se refiere a que se siente, no es como otros síntomas en los que nosotros no percibimos nada y aun así los exámenes clínicos que nos realizan nos dicen que hay algo alterado en nuestro organismo.
EMOCIONAL… ¡Las emociones también son parte del dolor! y el dolor en sí mismo puede ser considerado una emoción (les compartiré más sobre esto próximamente). Las experiencias que vivimos las personas, justamente por ser experiencias, trascienden todo nuestro ser y éstas incluyen entonces nuestros pensamientos, nuestro cuerpo y también nuestras emociones. Cada emoción que sentimos (tristeza, rabia, miedo, ansiedad, etc) nos mueve a hacer ciertas cosas y otras no. Por lo tanto dependiendo de qué emociones se gatillen en una persona con el dolor, así tendrá disponible hacer ciertas cosas y otras no tanto. Y no me refiero a poder o no hacer cierto movimiento o tarea por sentir dolor, sino a acciones que van más allá. Por ejemplo, una persona que sienta vergüenza a causa del dolor por considerarlo signo de debilidad, es probable que no quiera que otros sepan lo que le pasa y que esconda su situación.
DESAGRADABLE quiere decir que, en general, a nadie le gusta sentir dolor.
ASOCIADO A UNA LESION REAL, se refiere a una lesión en nuestro cuerpo que o sabemos donde está (incluso podría ser visible) o que se nos ha detectado/diagnosticado.
POTENCIAL pues también experimentamos dolor a causa de alguna lesión que no tenemos aún y sí está el riesgo de que ocurra o bien lesiones que ya ocurrieron y que a pesar de que se supone que «se resolvieron» seguimos sintiendo dolor. Por ejemplo, personas que han sido amputadas manifiestan sentir dolor en el miembro que perdieron como si aun lo tuvieran en su cuerpo.

El verdadero dolor es el que se sufre sin testigos… (M. Marcial)
Hasta acá, creo que podemos ver que si bien hay lesiones o enfermedades que en general conllevan a sentir más dolor que otras, la experiencia de dolor va mucho más allá que solo decir que para determinada lesión se espera un determinado dolor.
En el dolor que siente una persona también influyen otras factores relacionados con su ambiente o entorno:
- Lo social: que incluye por ejemplo lo económico, la familia, los roles en el trabajo y/o en la comunidad. Estos ámbitos se afectan cuando alguien tiene dolor y las complicaciones o preocupaciones que surgen para la persona, generalmente por pérdidas de algún tipo, también suman dolor.
- Psicológico: donde están incluidas las emociones y/o traumas asociados al dolor (ejemplo estrés post-traumático), etc.
- Espiritual: que no necesariamente tiene que ver con religiosidad, aunque para algunas personas podría estar muy asociado. Este aspecto es relevante en cualquier circunstancia y más aún para aquellas personas cuyo dolor está asociado a una enfermedad o condición de salud terminal pues aparecen con más fuerza inquietudes muy humanas como la posibilidad de trascendencia o la postura que cada uno puede tener hacia la muerte. Cuando esto la persona no lo ha “resuelto”, suma dolor.
Cuando tomamos en cuenta todos estos elementos que hemos comentado como parte del dolor, es entonces que decimos que estamos viendo el DOLOR TOTAL, el cual es necesario abordar en todas sus dimensiones y toma más relevancia en aquellos dolores que permanecen por largo tiempo (crónicos) y/o que van aumentando con el tiempo.
¿Qué pasa entonces con los medicamentos que usamos para tratar el dolor? ¿Por qué será que en ocasiones no son suficientes para dejar de sentir dolor?

Quizás ya te estarás imaginando la respuesta: esto tiene que ver con que en la mayoría de los casos los medicamentos solamente actúan sobre el componente físico del dolor. No quiero decir que los medicamentos no sirvan para aliviar el dolor, ¡claro que sirven!, la evidencia científica y la experiencia de muchos años nos han demostrado que sí funcionan. Y eso no significa que sean lo único que necesita alguien con dolor para obtener el máximo alivio posible o eliminarlo.
Hemos visto que el entorno de la persona influye en su dolor, así también el dolor que siente una persona afecta su entorno. Principalmente cuando el dolor es crónico o se incrementa con el tiempo, además de afectar directamente a la persona que lo tiene, afecta de una u otra forma a su familia y a otras personas con las que se interrelaciona habitualmente, como compañeros de trabajo, vecinos, etc. Esto invita también a que estas personas sean tomadas en cuenta a la hora de abordar la situación, pues es innegable el impacto que reciben a nivel emocional, económico y/o de carga de responsabilidades.
Entonces ¿Qué podemos hacer para tratar de aliviar de forma más efectiva el dolor?
Más allá del tratamiento con medicamentos que puede indicar el médico u otras terapias complementarias para aliviar el dolor que pueden realizar los respectivos profesionales certificados, hay algunas recomendaciones simples que todos podemos aplicar cuando estemos cerca de alguien con dolor, incluso si esa persona somos nosotros mismos:
- No comparemos la situación de una persona con la de otra (aunque sean muy similares las historias).
- Validemos el dolor que está experimentando la persona… creámosle con respecto a qué le duele y también cuánto le duele.
- No normalicemos el aguantar dolor. Si bien el dolor es parte de la respuesta normal del organismo ante una lesión o enfermedad, no significa que tengamos que aguantarlo. Podemos y merecemos recibir el tratamiento con medicamentos y con apoyo emocional, social y espiritual para sentir el mayor alivio posible.
- Tomar o aplicar los medicamentos en el horario indicado ya sea que haya o no dolor en ese momento. Lo más importante es que el medicamento nos ayude a evitar sentir dolor y no que tengamos que esperar a que el dolor reaparezca para entonces utilizarlos.
- No vivamos el dolor solos. Y esto aplica tanto para quien lo sufre directamente como para quienes están cerca. Busquemos redes de apoyo. En esto como coach de vida y farmacóloga te puedo acompañar a aprender a vivir esta experiencia de una forma que te abra posibilidades de mayor bienestar, revisar la forma en que estás utilizando tus medicamentos y resolver tus dudas al respecto, además, en caso de requerirlo, puedo orientarte sobre qué otros profesionales podrías necesitar consultar para abordar de mejor forma tu situación.
Espero estos breves párrafos te hayan sido de utilidad. En los próximos días también estaré refiriéndome al dolor como emoción, ya que creo que compartirás conmigo que no sólo nos duele el cuerpo, también a todos en algún momento, sin tener una lesión física o enfermedad de por medio, nos ha dolido el alma…
Cualquier duda o comentario no dudes en contactarme. Y si este artículo te gustó y/o sabes de alguien a quien le pueda servir, te pido que me ayudes a compartirlo. ¡Hasta la próxima!
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Aimeé Salas Hernández/ Farmacóloga especialista en Cuidados Paliativos y Coach de vida
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Correo electrónico: aimeeviviana@gmail.com
plenamente de la vida.
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